20 de marzo de 2014

¿A qué sabe tu chicha?

o La próxima vez pregunto (1)



La uno.  Una experiencia en la Yunga.

Era noviembre de 2013 y los eStremos estábamos perdidos.  Caminábamos desorientados por la selva salteña en busca de una huella que nos llevaría a Los Toldos.   Los Toldos es un pueblito arrojado en el patio de atrás de Argentina al que solo se puede acceder desde Bolivia, sabíamos.  Pero nosotros no podíamos llegar.  
Aquella mañana, luego de caminar en círculos durante cuatro días, volvimos sobre nuestros pasos en busca de ayuda.  El plan consistía en llegar a la casa de un baqueano y pedirle que nos acompañara.  Para eso había que subir un cerro interminable porque a Lorenzo se le había ocurrido construir su casa cerca de las nubes Nos recibió Ester y nos explicó que su esposo  estaba de viaje.  A partir de allí nuestros planes de salvataje comenzaron a desvanecerse.  Sin embargo la mujer se mostró muy contenta con nuestra presencia y nos ofreció chicha, que es una bebida tradicional preparada a partir de la fermentación del maíz. Tomen, tomen más! -invitó- Tomen mucho para “machar” las piernas. Así fue como conocimos la chicha recién preparada y nos retiramos con una cantimplora llena



La dos. La revelación.

Hoy venía en el subte leyendo un librito llamado “Los caminos Invisibles”. Cuenta sobre una pareja de viajeros que pasan por los lugares más desconocidos de Sudamérica. El libro relataba su estadía en Ecuador y cómo logran introducirse en las comunidades Shuar (Jíbaros para los conquistadores) que son aquellos que reducen cabezas y viven en la selva casi sin contacto con la “civilización”.
Mientras leía me acordé de aquella vez que los eStremos probamos “chicha” en la yunga.  El resultado fue un dolor de estómago a seis meses de distancia. Trascribo un párrafo del libro donde la pareja relata un almuerzo Shuar:

[…] Aún faltaba el postre. Como temía, se trataba de la protocolar chicha y llegó para despojarnos del grato gusto residual del pollo. Entre arcadas formulé una teoría sobre la existencia de un paladar amazónico que alababa la yuca (Nota mía: allá la chicha se hace con este tubérculo). El tubérculus máximus ocupaba el rol de la papa y el maíz en el mundo andino, o del trigo en el europeo.   En cada hogar la chicha era preparada por las mujeres,  quienes hervían la yuca en grandes ollas y luego la masticaban y regurgitaban otra vez en el recipiente para que fermentase por la acción de las bacterias humanas.  Como cada mujer tenía una combinación única de bacterias, la chicha de cada hogar adquiría un sabor distinto.

La tres.
(1)


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